CELEBRANDO A LA NIÑA QUE SOY
CELEBRANDO A LA NIÑA QUE SOY
Por Maria Ignacia Solar
En Biodanza también jugamos. Hay muchos tipos de juegos, pero el que practicamos aquí no es un juego teatralizado ni competitivo. Es un juego espontáneo, sencillo y orgánico, conectado con los instintos y las emociones, donde se disfruta el placer de la risa, la transparencia, la inocencia, la espontaneidad y la expresión sincera.
Desde nuestra infancia, establecemos vínculos con las demás personas a través del juego. Es una hermosa herramienta para compartir el momento presente, entregándonos a la vivencia de nutrirnos y potenciar nuestras cualidades y habilidades juntos. Si me permito fluir espontáneamente con cada persona, estaré siendo auténtica/o, lo que es esencial para el desarrollo de vínculos afectivos saludables, en donde la honestidad, empatía y el buen humor son los ingredientes principales; a través del juego desarrollamos la capacidad de relacionarnos con los otros de manera proactiva, colaborativa y sin jerarquías.
Necesitamos como sociedad reconectar con la alegría de vivir, de sorprendernos, entretenernos con lo simple de la vida, estar con las personas que queremos, vernos sonreír y atrevernos a mostrarnos sin máscaras ni corazas. Nos han hecho creer que hay una edad límite para jugar y por eso hemos perdido la capacidad de divertirnos, de sentirnos niños (no por eso inmaduros). Saltar, correr y reír es parte de nuestra naturaleza, es instinto, y reprimirlo sólo consigue que perdamos la capacidad de asombro, de vivir livianos, sintiéndonos depresivos, aburridos e insatisfechos. Somos los únicos responsables de revertir esta realidad.
En Biodanza me he permitido celebrar la niña que soy, y fuera de ese espacio también, pero me refiero a que a través de la Biodanza resignifiqué la percepción de mi infancia, liberándome de mis propias estructuras de “cómo se debe ser a mi edad” y entregándome al placer de compartir la alegría de estar viva con otros, que la vida es para disfrutarla, para sacarle el jugo y danzando es una bella manera de expresar todas estas emociones. Permitirme jugar de manera libre y sin expectativas, sin importar la edad que tenga, me ha servido para desarrollar mi autoestima y potenciar mi sentido del humor.
Siento que soy más libre en mi manera de ser desde que me re encanté con mi niña interior, dejándola que se manifieste naturalmente, valorando la ingenuidad y la inocencia que hay en mí y queriendo compartirla, contagiarla, ya que es lo que más le hace falta al mundo hoy.
Cuando me vi sonriendo sola, de alegría por estar viva, sentí que había entendido el mayor mensaje de la vida.
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