HOY ES UN BUEN DÍA PARA EMPEZAR
HOY ES UN BUEN DÍA PARA EMPEZAR
Sana tu autoestima a través de palabras amorosas contigo y con los tuyos
Por Karin Olave.
Hablar y comunicarse no es un proceso fácil; que para nosotros sea tan innato como respirar, no quiere decir que sea simple. Para la autorrealización del lenguaje es fundamental relacionarnos con los demás. Las primeras personas con las que nos comunicamos en nuestra más tierna infancia, son nuestros padres, para lo que, en esta oportunidad me quiero detener en el rol paterno, un rol protagónico en nuestra vida y desarrollo personal.
Nuestros hijos graban en sus pequeñas cabecitas todo lo que les decimos y hacemos, como un patrón de conducta que se mostrará durante su vida adulta, determinando la personalidad y forma de relacionarse con los demás. El modo en que les hablamos es la manera en que ellos aprenderán a relacionarse: si los ofendemos, ellos permitirán que otros hagan lo mismo con él/ella; si les gritamos, ellos aprenderán a relacionarse a gritos; si somos duros, ellos de grandes lo serán; si les decimos adjetivos calificativos positivos, reforzaremos su confianza y seguridad en sí mismos.
Nuestros hijos son nuestro reflejo. Yo sé que muchas veces estamos cansados y abatidos por el día a día y cuando enviamos un mensaje, no siempre sale desde el corazón, sino que muchas veces desde el cansancio. El gran problema es que el mensaje una vez entregado, no tiene vuelta atrás y puede dañar determinantemente la vida de un ser querido. Pero siempre se puede cambiar. Decidamos hoy desarrollar un hábito de lenguaje en positivo.
Porque nuestros padres son la razón de existir en nuestra primera infancia, es que los vemos como superhéroes y haríamos todo por llamar su atención. Lo que el papá dice es una verdad absoluta que hasta los siete años acatamos e integramos en nuestro sistema, sin discutir, incluso el lenguaje no verbal. Lo más probable es que el niño(a) haga los mismos gestos que el papá, se pare frente a otros como el papá, sus expresiones faciales y corporales sean muy similares a las de su padre. Por eso la gran importancia de sanar nuestra relación con el lenguaje que entregamos a nuestros hijos, estableciendo un lenguaje amoroso, contenedor, protector y seguro, donde reforcemos nuestro amor por ellos y lo bien que hacen las cosas.
Nuestra seguridad personal está ligada a la aprobación de nuestros papás, al apoyo de nuestras decisiones, a la cercanía con que me mira, a las conversaciones que tenemos, a las veces que me escucha con atención, y a los consejos que él nos da. Entendiendo esto, si sentimos que nuestra comunicación está dañada, es probable que nuestros padres hayan carecido de esta información y me hayan entregado un mensaje equivocado.
Entonces, hoy pregúntate: ¿Cómo le hablo a mi hijo/a? ¿Valoro sus esfuerzos? ¿Lo veo? ¿Lo escucho? ¿Lo hago sentir que su opinión es importante? ¿Le digo que lo está haciendo bien? ¿Lo guío con rabia o con amor?, si quiero que sea exitoso/a, es necesario que le hable en positivo. Si quiero que sea feliz, debo enseñarle que se puede ser feliz, que estoy orgulloso de él/ella, que siempre uno se puede superar y que para que aprenda, estaremos al lado acompañándolo/a, pero que hoy lo está haciendo muy bien.
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